Blockchain es, sin duda, la palabra del año en el sector tecnológico. Consiste en cadenas de bloques con acceso permanente a toda la información de las transacciones que realizan los usuarios, actuando como un intermediario y sin la posibilidad de que estos datos se puedan alterar por parte de otras personas.
Con la llegada de esta tecnología, se podrá cambiar de manera radical la forma de operar de los servicios financieros. En el caso de los bancos, un gran número de entidades aún tienen sistemas con más de treinta años de antigüedad, adaptándose a las nuevas demandas solo para tener a los clientes satisfechos e igualarse a la competencia.
Pero los bancos no serán los únicos que se verán beneficiados por esta tecnología. Las transacciones financieras de cualquier tipo, no solo monetarias, también pueden ser registradas por medio de blockchain.
Así, ya se han comenzado a utilizar los conocidos contratos inteligentes; aquellos que tienen la capacidad de cumplirse de forma automática una vez que las partes han acordado los términos. Y es que este tipo de contratos no están redactados en papel, sino en código virtual. De esta manera, si la primera condición se cumple, automáticamente se activa la consecuencia que ello conlleva.
Siguiendo con sus aplicaciones, el sector industrial ha encontrado en el blockchain la opción perfecta para seguir la trazabilidad de un producto y hacer un seguimiento del mismo de principio a fin; y el energético puso en marcha el año pasado el tráding energético, para comprar y vender energía de manera directa sin la necesidad de intermediarios.
Sin duda, aún nos quedan por presenciar un gran número de aplicaciones con la tecnología blockchain, avanzando cada vez más hacia la seguridad transaccional en internet. Nosotros, de mientras, ¡ya hemos empezado a trabajar con ello!